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Ascetismo

 

Con el ojo izquierdo

veo sombras

 

con el derecho

claridades

 

pero no estoy para nadie

ni estaré mañana

ni la semana entrante

dispuesto a nada

 

Me entregué a la bebida

ella da cuenta de

mis asuntos

mis pormenores

 

y es estricta con

sus restricciones

 

nada de tabaco

nada de nada

​

​

​

​

Dos o más piernas

 

Una mujer avanza por las vías abandonadas del ferrocarril provincial. En la mochila lleva su cabeza y una muda de ropa —la cabeza se descompone y la ropa se mancha—. Se detiene frente a un enorme silo metálico y piensa: “¿Qué es lo que camina a cuatro patas por la mañana, a dos a mediodía y a tres por la noche? No puede ser el hombre; al hombre lo vi arrastrarse para comer de mi mano y le di muerte”.

 

 

 

 

Medias palabras

 

Llamaron a la puerta, abrí y había un perro que me preguntaba qué clase de infortunio le estaba predestinado. Le contesté con medias palabras y aseguré el postigo, que se golpeaba con el viento. Le conté que más temprano había visto una jauría luchando contra la nieve; eran cinco o seis y se apretaban entre sí formando un bloque.

A medianoche volvieron a llamar. Había un oso lastimado, plumas de ocho palomas y un fuerte olor a jabalí que presagiaba la llegada de los pumas. Me acosté y encendí la radio; los oyentes pedían canciones que el tiempo había vuelto irrecuperables.

 

 

 

 

Patos y naranjas

 

En el fondo de mi casa

crecen patos y naranjas

 

Las naranjas enseñan

a los patos a dar su jugo

y ellas aprenden a nadar

en el estanque de las ranas

 

Afuera un vendedor

ofrece patatas y naranjas

pero muertas al nacer

 

 

 

 

Diplomacia

 

En una valija diplomática

llevo al embajador francés

 

Lo llevo con orgullo

por todo el mundo

porque es mi pequeño

tesoro

 

Cuando tratamos de dormir

se escuchan sus gritos ahogados

pide libertad fraternidad

e igualdad

 

y le prometemos eso

y mucho más

si se calla

 

 

 

 

Genocidio

 

La recuperación de una comunidad de hormigas que ha sido devastada con venenos específicos puede llevar meses. Eso lo sé porque fui admitido en una comunidad de hormigas. Mis nuevas compañeras me advirtieron: “Te adaptás o te adaptás”.

 

 

 

 

Brindis

 

Cuando sintonizaba mi programa favorito y escuchaba: “Ésta es la radio del fin del tiempo, al menos por ahora”, yo lo creía, o aceptaba el juego, a una hora en la que se acepta el último trago antes del súbito cambio de estación. Luego supe que quien hablaba con esa rara cadencia había muerto en un bombardeo, casi ciego por la absenta, y que el programa iba grabado.

Se llamaba Felipe de Urzuaga, quinto hijo varón de mi propia madre. Para él, mi recuerdo sensible. En su honor, mi penúltima copa desde una ciudad sin nombre que no me fue presentada.

 

 

 

 

Niño del charco

 

Corrió y dobló por Doctor Santero. Todavía estaba oscuro y había una gallina muerta en la calle. Se escondió entre los desechos saqueados del Carrefour y esperó temblando hasta el amanecer. Lo encontraron con siete años menos, pequeño hombre lobo, otra vez inocente de matar a sus hermanos. A su lado, la luna roja encharcada, testigo y cómplice de una noche sin tregua, se desvanecía.

 

 

 

 

Cochinita Pibil

 

Me pusieron a moler maíz y soltaron unas cuantas gallinas para dificultarme la tarea; Cochinita Pibil, que me observaba desde el chiquero, se reía llevándose las manos a la boca y daba pataditas a un madero que llevaba grabado su nombre. Las horas pasaban y me sentía afiebrado; cuanto más cansadas tenía las rodillas, más infructuosos resultaban mis manotazos al aire: a cada manotazo, un picotazo.

Se hizo de noche y quise irme, y fue en ese momento cuando descubrí que no estaba allí por mi propia voluntad. Cochinita Pibil tampoco era libre de marcharse; pero, a la vez que acomodaba cajas con una lentitud exasperante, parecía disfrutar con el triste espectáculo que a disgusto me tocaba ofrecer.

No hacía frío y me eché a dormir en un rincón; a la mañana terminaría con el maíz. La expectativa de un trabajo bien hecho me permitió descansar sin culpas y soñé que iba en un barco por el Pacífico; mi camarote estaba infestado de cucarachas que caminaban presas de una gran excitación, quizás por los nervios de saberse en alta mar, quizás por desconocer mi incapacidad de hacerles daño.

 

 

 

 

Carolina

 

Se desvistió frente al espejo, espejo enamorado.

 

 

 

 

Verdades a medias

 

Hay árboles

que esperan a morir

para empezar a hablarnos

 

De ellos he aprendido

algunas verdades a medias

y otras que me permiten

intentar algunos trucos

 

como detener el tiempo

cuando un rayo de luz

se posa en tu mano

y la abre

 

o hacer girar la cabeza

hasta que rueda calle abajo

y se pierde

 

 

 

 

Música

 

A través de la ventana

se oía cantar un pájaro

lo curioso era que lo hacía

en re menor y su melodía

 

era aquella que

como una condena

nos acompañaba desde

que el tiempo era tiempo

 

Cuando salí con la escopeta

se había ido y con él

la tormenta que amenazaba

con anegar los sembradíos

 

con él

el vivo recuerdo de una niñez

que no nos convoca

el paso liviano casi etéreo

de las hadas

la música inacabada

de los días en blanco

 

 

 

 

Visita de médico

 

El espíritu navideño

pasó con prisa

por mi casa

 

“Visita de médico”

dijo y vació su bolsa

sobre la mesa

 

Nos dejó una pila

de blisters caducos

medicamentos de dudosa

procedencia y una

advertencia

 

“Volveré con más

cuando seamos menos”

 

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