
Alcohol para después de quemar
¿Para quién escribe Eduardo Rezzano? Es una de las primeras preguntas que uno puede formularse al leer el poemario “Alcohol para después de quemar”, publicado recientemente por Editorial Fuga. La respuesta obviamente es compleja, más si pensamos que el libro está compuesto por tres unidades claramente diferenciables, escritas en tres periodos distintos de su vida. La primera se llama “¿Por qué matar al dragón?”, la segunda “Miniaturas” y la última “Póstumos”.
En su libro, se aprecia una cercanía tonal con las pequeñas prosas escritas por Kafka. Pero si en el europeo el significado se hace llano, en Rezzano la historia se vuelve críptica, como si estuviera rodeada por un halo de oscuridad, que sólo el autor supiera penetrar. Sin embargo, la obra de Rezzano no es indescifrable, pues en ella están contenidas diversas claves que nos permiten abordarla.
Una de las aristas es el romanticismo, por cierto, la pasión, los juegos de palabras. Otra, la extrañeza. En el texto de Rezzano se puede sentir el silencio, lo no dicho pero sugerido. El autor, artesano y esteta sabe manejar su tiempo. Crea escenarios, posibilidades. Potencialidad al servicio del lector que pueda sentirse identificado. Un juego, como tantos otros. Rezzano se expone en sus escritos pero nunca queda al descubierto. No es un blanco fácil, pero vale la pena dedicarle algunos tiros.
Rezzano no escribe para el lector promedio, ese ser mitológico y antojadizo en el que suelen pensar muchos otros poetas a la hora de chocar el lápiz contra la hoja, o los dedos contra el teclado. Sino que Rezzano escribe para él mismo. ¿Entonces por qué publicar? Podría preguntarse más de alguno por ahí. ¿La respuesta es simple, muchas veces la publicación no tiene nada que ver con el deseo de tener un público, es una ilusión de todos modos. Podríamos aventurar otras tentativas, pero por el momento solo queda su obra, abierta hasta el límite que le otorgue un buen lector.
Leo Robles (El Mercurio de Valparaíso)