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Padre

 

Una mariposa en

mi balcón

pone sus huevos

y se va

 

Pronto mi casa

se llenará de gusanos

a quienes alimentaré y

cambiaré los pañales

 

Seré un padre ejemplar

y a su debido tiempo

les enseñaré a volar

arrojándome por la

ventana

 

 

Rescate

 

Enviaré siete caballos

a buscarte y los proveeré

de olfato poderoso

 

Vestirán capa negra

como los perros de

la noche y te encontrarán

 

Te traerán

aun si estuvieras muerta

o por morir

 

recibirán veinte azotes

como premio-castigo

y ración doble de

pescado

 

descansarán enterrados

bajo un jardín de cerezos

en flor

 

 

Condiciones mínimas

 

Si nos vamos a reunir

alrededor de un cuerpo

que ese cuerpo esté

en descomposición

 

Nada de doncellas

o niñatos

 

Que tenga algo de vida

coagulada

o un agujero en el abdomen

imposible de ser rellenado

 

Si nos vamos a reunir

alrededor de la cantante

que la cantante tenga

tres piernas

 

 

Dieta líquida

 

Finalizado el recorrido visual

dejé los ojos sobre la mesa

y les preparé un refrigerio

 

Me senté a escuchar música

pero la música había perdido

su juventud

su poder de persuasión

 

Descendí a un estado de

introspección

que me permitió ciertos

olvidos

 

–el largo de mis brazos

mi nombre

 

No salí de mi sopor

hasta entrada la noche

mis ojos dormían

ya no me esperabas

 

 

Mamut

 

La imagen del descongelamiento

del mamut

era un pensamiento que

se me había hecho recurrente

pero no obsesivo

 

Unas veces se me presentaba

como un volver a la vida

 

—lo veía sacudiéndose la

escarcha del pelaje escrutándolo

todo con sus ojos negros

o pardos—

 

y otras asistía

al desmoronamiento de sus carnes

a la gelatinización de sus jugos

 

como si toda su muerte

hubiera permanecido enquistada

o atrapada en una botella

 

Así y sin darme cuenta

fui adquiriendo maneras

de elefante

mi andar se hizo más pesado

mis razones más huidizas

 

Opté por el silencio en

la mirada y

un balanceo lento y

armonioso de mi trompa

 

Permití que se me hablara

al oído

y me transformé en el

gran escucha

 

porque sabía que las palabras

habían perdido su significado

que la tierra volvía a

no ser de nadie

 

 

Diumenges

 

El gato barcino

movió su cola y saltó

sobre la mesa

 

La mesa estaba vacía

—sólo un charco de vino

había sido abandonado

a la absorción de la

madera—

 

y se escuchaban las

despedidas y las promesas

de repetir el convite

 

las risas que se prolongaban

por la escalera hasta la calle

 

hasta el nivel cero del

desencuentro

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